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viernes, 10 de agosto de 2012

Los glaciares nos dejan helados


Hoy ha sido uno de esos días que recordaremos el resto de nuestras vidas, pues sabemos que hemos disfrutado de algo muy especial y seguramente irrepetible.
El día ha amanecido con mucha lluvia y una visibilidad pésima, por lo que hemos pensado que pocos paisajes íbamos a disfrutar, y cualquier paseo se iba a convertir en una odisea húmeda (que no es la versión porno de la novelita de Homero).
El horizonte era una linea difusa, las montañas a duras penas se podían delimitar por su silueta, y la tierra tenía todos los matices del gris hasta el negro más puro. Nos encontramos, no hay que olvidarlo, en la zona que hace dos años quedó cubierta por las cenizas del famoso volcán de nombre impronunciable (los islandeses hacen hasta camisetas con el cachondeo de la impronunciabilidad del nombrecito), y en las zonas no cultivadas todavía se notan los rastros de las toneladas de cenizas que cayeron sobre la  tierra.




Y en medio de este panorama ciertamente desolador vemos aparecer de repente las mas increíbles masas de hielo que se puedan imaginar.





Y esto no ha hecho mas que empezar, porque a partir de ahora nos vamos a encontrar cada pocos quilómetros una nueva lengua del glaciar mas grande de Europa, el Vatnajokull.





La guinda la pondrá la laguna llena de icebergs que va a dar al mar, en una playa surrealista llena de grandes bloques de hielo en lugar de sombrillas y bañistas.















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