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domingo, 12 de agosto de 2012

Costeando por el Este

De nuevo amanece un día horrible, hay niebla y la visibilidad es tan mala que no se ven las montañas que rodean a Hofn. Esta ciudad es la capital islandesa del langostino, y como buenos viajeros probamos la comida de los sitios por donde pasamos aunque suponga un sacrificio. En este caso lo que ellos llaman langostinos resultan ser cigalas, eso si, buenísimas.
Después de unos días recorriendo esta maravilla de país, llaman la atención cosas curiosas que se repiten constantemente, por ejemplo, las ovejas pacen siempre en total libertad y siempre en grupos de tres. Es como una ley matemática de la que desconocemos la razón.
Volviendo al viaje, salimos de Hofn con cielo nuboso siguiendo la costa en dirección noreste, a los pocos quilómetros atravesamos un túnel, y al otro lado nos espera un sol radiante que ya nos acompañará todo el día con temperaturas de mas de 20 grados que nos obligan a desprendernos de chaqueta y polar.




La carretera bordea la costa como una cinta que a duras penas encuentra paso  entre las montañas que caen a pico y el mar, y ya damos por imposible poner adjetivos que siempre se quedan cortos.

Cuando llegamos a la zona de los fiordos dejamos la carretera nº1 para ahorrar un puñado de quilómetros, y eso supone hacer unos cincuenta quilómetros por una pista de tierra con desniveles de más del 10%, una nueva experiencia para nuestro álbum personal.




Llegamos pronto a Egilstadir, y después de dejar los trastos en el hotel nos da tiempo de acercarnos por una carretera de vértigo hasta el fiordo de Seydisfjordur a solo 25 quilómetros donde visitamos el pueblo del mismo nombre, que es famoso por ser el punto de arribada de los ferrys que vienen de Europa.





La verdad es que no existen, o no hemos visto pueblos con encanto, normalmente son una serie de casas mas o menos agrupadas, con una gasolinera, un super , un banco y una iglesia, pero no es el concepto de pueblo que tenemos por el sur. Este pueblecito, que no tendrá más de 200 habitantes se sale un poco  de la norma que hemos visto hasta ahora.

Ya sólo nos queda volver al hotel, tomar nuestra sopita de cada noche y un bacalao muy bien cocinado, y a dormir que mañana hay mucho trabajo.

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