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jueves, 12 de agosto de 2010

Se acabó


Pues sí, ya se acabó.
Escribimos esta última entrada desde casa, después de haber descansado un día para dejar reposar las sensaciones. Se hace extraño no pasar tantas horas en la carretera, y despreocuparte de donde dormirás esta noche. Pero ese es un componente del encanto de las vacaciones para los que disfrutamos viajando.
Como resumen, hemos conseguido dar toda la vuelta a la isla tal como habíamos programado. No hemos respetado el itinerario al 100% pero nos hemos acercado bastante. Hemos dejado de lado Cork y Waterford para visitar Kilkenny por lo que no hemos visto la costa Sureste. El resto de las ciudades o pueblos si que los hemos visitado con mayor o menos profundidad en función de la hora a la que llegábamos, ya que el hecho de que todo esté cerrado a las seis de la tarde limita considerablemente las horas prácticas.
Como tops del viaje y en un orden aleatorio citaríamos:
  • La biblioteca del Trinity College
  • Kilkenny
  • Los Irish breakfast
  • Adare
  • Los acantilados de Moher
  • Las islas Aran
  • La calzada del Gigante
  • Carrick-A-Rede
  • Newgrange
  • Los jardines de Powerscourt
  • El Ulster Folk Museum
  • Las pintas de Guinnes y la visita a la fábrica en Dublín
También nos quedan las nuevas experiencias, como comunicarnos en inglés sin ayuda y sin red, lo que puede resultar estresante. Conducir por la izquierda con un coche con el volante a la derecha y por carreteras que a veces parecían caminos de carro. Dormir en B&B que en general han resultado muy acogedores y con personas muy amables. Llevar un blog al día sin haberlo hecho nunca.
Ahora ya solo queda filtrar todas las fotografías que hemos hecho para confeccionar un album y claro está preparar el viaje del próximo año.

lunes, 9 de agosto de 2010

Newgrange



Esto se acerca a su fin. Hoy hemos seguido rumbo sur, dirección Dublín, pero hemos hecho una parada muy interesante en Brú na Boinne, condado de Louth, para visitar las impresionantes tumbas de Newgrange y Knowth.
Son unos túmulos de piedra y tierra, construidos unos 600 años antes que las pirámides en Egipto, es decir hacia el 3200 AC.
Seguramente se usaban como tumbas, pero el de Newgrange tiene la particularidad de que la luz del sol entra en el solsticio de invierno hasta el fondo de la cámara funeraria, lo que recuerda bastante a Abu Simbel en el bajo Nilo, salvando las distancias en el tiempo y el espacio. Lo que queda claro es que tenían los suficientes conocimientos de astronomía o astrología para calcular el trayecto de la luz del sol en un momento determinado que seguramente tendría un significado especial para aquella civilización. Pero por otra parte llama la atención que vivieran en cabañas de troncos y paja, no conocieran la rueda ni los metales. Además tuvieron que trasladar grandes rocas a lo largo de 80 kilómetros. Sólo se explica cuando los ritos o quien los impone, tienen un gran poder sobre la sociedad, tanto como para mover montañas.
La visita, como digo muy aconsejable, nos ha llevado unas cinco horas, o sea casi todo el día, por lo que al salir nos hemos idos directos hacia Drogheda, donde hemos llegado hacia las seis de la tarde por lo que todas las tiendas estaban cerradas, dando a la ciudad un aspecto mortecino que ya hemos visto en muchas otras. Por suerte hemos encontrado rápidamente un B&B desde donde escribimos estas notas.
Mañana es posible que no podamos escribir ya que es el día de regreso, pero dejamos pendiente un post de resumen con la valoración que damos al viaje, las vivencias que hemos disfrutado y los servicios que hemos utilizado.

domingo, 8 de agosto de 2010

Folk Museum









































8 de Agosto de 2010
No hemos madrugado mucho, ya que al fin y al cabo hoy es domingo. El desayuno en el hotel ha resultado bastante insulso y el café mucho peor de lo esperado. Definitivamente no volveremos de momento a ningún Holiday Inn.
Como en la guia de Lonely Planet hablaba de un museo del folk del Ulster no hemos animado a visitarlo en lugar de seguir callejeando por Belfast. Ha resultado una muy buena decisión, ya que es un museo abierto con figurantes y edificios recuperados de diferentes ciudades y pueblos del Ulster que en muchos casos se han desmontado piedra a piedra para llevarlos al museo. Los interiores son todos auténticos y el conjunto da una acertada visión de como se vivía en este país en los primeros años del siglo veinte.
Tan interesante y larga ha resultado la visita que practicamente nos ha ocupado cinco horas, por lo que hemos comido un sandwich prefabricado en el café del museo y luego hemos vuelto a la carretera.
El rumbo ya es Sur en dirección a Dublin y hemos parado en Downpatrick, que es la ciudad donde se supone fue enterrado San Patricio, patrón de Irlanda. Hemos fotografiado una losa de piedra con el nombre del santo y vuelta a la carretera, ya con la idea de encontrar un sitio para dormir.
Hoy daba la impresión de que habían desaparecido todos los alojamientos de la zona que hemos recorrido. Y cuando se acercan las ocho de la tarde ya comienza a ser motivo de preocupación. Pero la suerte siempre sonríe a los que la buscan con insistencia y hemos tropezado con un hotel inmenso en medio de la nada -siempre pasa lo mismo?- donde aparte de muchisimos clientes tenían habitaciones libres, que mas que habitaciones parecen apartamentos o lofts dadas su dimensiones. Sólo la cama mide dos por dos metros. O sea que tras una buena cena a base de pescado hemos subido a la habitación para actualizar el blog. Mañana queremos visitar las tumbas de Newgrange y ya veremos hasta donde llegamos.

La Calzada del Gigante





















7 de agosto de 2010
Después de una noche reparadora en casa de Rae Neill y el consabido breakfast irlandés hemos ido directamente hacia la calzada del gigante. Al llegar eran las 9,30 y casi no había gente, por lo que hemos aparcado sin problemas (8 libras) y con paso ligero nos hemos dirigido a contemplar uno de los hitos de nuestro viaje. No nos ha decepcionado. El panorama es fantástico, muy fotogénico y las formaciones hexagonales de basalto no parece que puedan ser obra de la naturaleza sino de la mano del hombre. Eso hace más razonable que los primitivos irlandeses atribuyeran la obra a un gigante.
Después del paseo de unos 4 kilómetros otra vez el coche para ver el puente colgante que une los acantilados con Carrick-a-Rede una pequeña isla que los pescadores usan desde hace doscientos años para capturar los salmones en su migración. El paisaje, como todo el de esta costa es espectacular, y el paso por el puente colgante, a 30 metros de altura sobre las olas impresiona un poco. Solo cansa un poco la acumulación de gente que te obliga a hacer cola para atravesar un pequeño puente perdido en el norte de una isla en medio del Atlántico. Pero si nosotros tenemos derecho, todo el mundo lo tiene, y en la época de la globalización y la democratización de los viajes este es el peaje que debemos pagar.






































Hemos continuado por la carretera de la costa, con un día que al final ha sido soleado y ventoso, parando de vez en cuando para comer un bocadillo, tomar un café o simplemente mirar el paisaje, y en un abrir y cerrar de ojos estábamos en Belfast.
Ciudad grande, con mucho tráfico y ruidosa. La primera impresión no ha sido muy buena. Hemos caminado por el centro después de encontrar alojamiento en el Holliday Inn, muy céntrico, pero al cerrar las tiendas a las seis de la tarde ha quedado todo vacio y muy muerto. Por suerte la zona del hotel está llena de bares y restaurantes por lo que no ha sido demasiado complicado escoger una pizzería y cenar en condiciones.
Mañana veremos que se puede ver de Belfast ya que es domingo y continuaremos nuestro viaje hacia el Sur, ya de regreso a Dublín.

viernes, 6 de agosto de 2010

Derry


6 de Agosto de 2010
Hoy hemos entrado en el Ulster, Irlanda del Norte, nombre que a los que ya tenemos una cierta edad nos recuerda telediarios de cuando éramos adolescentes en los que siempre se hablaba de violencia disturbios y problemas varios entre protestantes y católicos.
Hemos sabido que cambiábamos de pais porque las señales en las carreteras han pasado de marcar kilómetros a millas, y quizás porque el asfaltado está en mejores condiciones.
Y la entrada la hemos hecho por Derry o Londonderry. Nombre con el que siguen sin ponerse de acuerdo protestantes y católicos.
Las únicas señales de lo que pasó hace pocos años las hemos encontrado en el barrio católico de Derry donde se erige un monumento a los muertos del domingo saangriento, y una serie de pintadas, que hemos fotografiado, recuerdan aquellos acontecimientos y que estás entrando en Free Derry.
También hemos paseado por las murallas de la ciudad antigua y las calles que encierran, y nos ha parecido una ciudad de las más bonitas que hemos visitado en toda la isla.

Después hemos continuado por la carretera de la costa en dirección a la calzada del gigante, deteniéndonos en Portstewart, que sería la típica diudad turística de costa en versión pasado por agua, sin chiringuitos y con campos de golf a la orilla del mar.



Después hemos descubierto un fabuloso castillo en ruinas que se elevaba sobre unos acantilados, el Dunluce Castle, que nos ha encantado visitar.
Hemos intentado estirar el día visitando la calzada del gigante, pero la bruma y la lluvia nos han hecho desistir y hemos preferido aprovechar para buscar alojamiento, lo que hemos conseguido al segundo intento en 
una casa fantástica, nueva, bien decorada, llena de detalles y con una señora que es todo amabilidad. Y además con Wifi!
O sea que después de cenar, demasiado, en un restaurante del pueblo, todo regado con una pinta de Guines, toca hacer los deberes, que damos por cumplidos. Mañana la Calzada del gigante y carretera hasta Belfast.



Donegal



5 de agosto de 2010
El plan para hoy era atravesar el condado de Donegal y acercarnos a Irlanda del norte. Hemos visitado varios pueblos pequeños sin mucho interés. Hemos fotografiado un molino de agua restaurado que no abría hasta las once de la mañana, cosa rara en este país que abre y cierra muy pronto los sitios públicos. La excepción parece ser el comercio que tiene un horario muy libre, por lo que las grandes superficies o las tiendas de cadenas abren muchas horas y todos los días. Eso es muy práctico para el cliente pero no se que pensarán los trabajadores.












Hemos visitado Donegal, pequeña y agradable. Donde nos ha parecido bien hemos hecho un alto en el camino, sin prisas y sin obligaciones lo que hace el viaje más agradable, y así hemos llegado a la ciudad de Letterkenny, donde hemos encontrado un B&B muy céntrico que nos ha permitido ir a cenar dando un paseo.
En este caso nos ha costado 60 euros cuando hasta ahora siempre nos habían cobrado 70 euros por noche, que parece ser la tarifa oficial para el 2010. Hay que entender que cada casa y cada dueño tiene su estilo y su confort, y aunque la media ha sido bastante buena hasta ahora, unas nos han gustado mucho más que otras, o por la habitación o por la limpieza o bien la amabilidad del dueño o el desayuno. Es una experiencia que nunca habíamos probado y nos está gustando mucho, además de que obliga a practicar el inglés a quien lo está estudiando (léase Carmen)

miércoles, 4 de agosto de 2010

Achill Island




4 de agosto de 2010
Tras una estancia fantastica en el encantador hotel que nos acogió ayer, con cena y desayuno incluidos, partimos hacia el norte atravesando Connemara en dirección Wesport. El paisaje sigue siendo verde hasta aburrir, con el cielo siempre cambiante de azul con nibecitas blancas a gris tormentoso y vuelta a emoezar. A lo largo de la carretera vemos cada vez más turberas, materia organica producida por la putrefacción de las plantas que en Irlanda se ha utilizado secularmente como sustituta de una leña que no existe, ya que hay extensas zonas sin un sólo arbol.
Nos hemos detenido un rato en Wesport, que nos ha parcido un pueblo bastante agradable, aunque el hecho de que luciera el sol y las tiendas estuvieran animadas siempre ayuda a tener una imagen positiva de los lugares que visitas.


Así entre colinas verdes y rios y lagos incontables llegamos a la isla de Achill, que no lo es tanto ya que es accesible por carretera gracias a un puente. Es una zona muy bonita, con prados verdes llenos de cabras y ovejas que cruzan la carretera sin preocupación y unas playas que sorprenden con su arena tan blanca en contraste con este mar tan gris. Además es una zona tomada por los surferos, y en un cafe surfero es donde hemos podido conseguir por fin conexión wifi y colgar en el blog todas las crónicas que teníamos atrasadas.
Ahora nos encontramos en Sligo, condado de Mayo, en un B&B que sin ser nada del otro mundo por lo menos tiene conexión a internet, por lo que por fin estamos al día. Mañana continuamos hacia Donegal y luego Derry.

Islas Aran



3 de agosto de 2010
Esta mañana hemos decidido que nos íbamos del B&B en el que hemos dormido, aunque eso nos obligara a dejar el equipaje en el coche mientras hacíamos la visita a las Islas Aran, más concretamente a la mayor de las islas: Inishmor.
Hemos salido rumbo al puerto hacia las nueve de la mañana tras un desayuno normalito de tostadas con mantequilla y mermelada y un café con leche, para romper con la monotonía de los desayunos irlandeses.


El barco salía a las diez y media de la mañana y la vuelta la hemos cogido para las cuatro de la tarde, contando que con cuarenta minutos de travesía nos quedaban mas de cuatro horas para visitar la isla y casi recorrerla entera. A la llegada el pequeño puerto está lleno de gente que te ofrece dar la vuelta a la isla en carro de caballos, en furgoneta o tu mismo alquilando una bicicleta. Nosotros hemos optado por ir caminando pensando que contábamos con tiempo suficiente, pero no ha sido así y no hemos podido llegar al fuerte que se alza en lo alto de los acantilados, nos hemos quedado a unos treinta o cuarenta minutos de conseguirlo, pero hemos preferido ni forzar la marcha ni apurar la hora de regreso. De todas formas la caminata de cuatro horas nos ha servido para hacer deporte y para conocer una isla tan curiosa totalmente dividida en pequeñas parcelas separadas por muros de piedra arrancada por muchas generaciones de araneses para conseguir algo de tierra cultivable y de pasto para el ganado. Hoy en día todavía existen algunas vacas y caballos pero no hemos visto ninguna parcela cultivada. De todas formas la vida debe ser muy difícil en un lugar tan aislado y no puedo imaginar como sería hace sólo cincuenta o cien años.




Al regreso hemos encontrado el coche intacto y hemos emprendido camino hacia la zona de Connemara, una región donde el agua y la tierra se mezclan de una forma que no habíamos visto nunca, lo que a veces te hace dudar de si lo que ves es una lengua de mar dentro de tierra o un lago. La carretera, estrecha como siempre, da vueltas y mas vueltas hasta que pierdes por completo el sentido de la orientación y la medida de las distancias. Una sensación de estar fuera de cualquier sitio te invade y deseas encontrar un pueblo para saber que no estás en otro planeta.
Como siempre nos sucede no cuesta decidir donde pasar la noche y vamos avanzando kilómetros hasta que la hora nos obliga a tomar una decisión. Hoy hemos tenido mucha suerte, ya que hemos parado en un hotel en medio de la nada y ha resultado ser un sitio encantador con un ambiente muy especial, una decoración muy heterodoxa y recargada pero que no está fuera de lugar, y además con una buena cocina, ya que hemos cenado de lujo. Las vistas del lago Kylemore desde la habitación son fantásticas y la habitación muy grande y limpia. Que más se puede pedir? Claro, que tenga internet!

Adare



1 de agosto de 2010
Después de todo la noche no ha sido tan mala, hemos dormido bien hasta que ha salido el sol – aquí no hay persianas ni cortinas que tapen la luz-, el día ha amanecido como casi siempre lloviendo, pero ya sabíamos que este país es así. Siguiendo con la tradición de estos últimos días hemos desayunado “suave” un auténtico irish breakfast para tener suficiente energía para el viaje que nos esperaba. Las carreteras de montaña no están bien cuidadas y hoy hemos añadido niebla para completar la astucia del conductor.


Hemos recorrido el llamado anillo de Kerry, parando en distintos pueblecitos que lo único que nos ofrecían era su paisaje, lo que no es poco. Después hemos continuado hacia el norte dirección Limerick, al pasar por Adare nos hemos detenido ya que parecía un pueblecito encantador y lo ha sido pues hemos encontrado un B&B muy nuevo y limpio con una señora encantadora y muy amable aunque muy rápida hablando lo que ha provocado problemas a Carmen en la traducción.
Una vez solucionado el problema del alojamiento hemos vuelto al pueblo para cenar y lo hemos hecho en un auténtico pub de irlandeses, no de turistas, dando cuenta de fish&chips y una pinta de Heineken, que aquí hay que pedir la medida y la marca ya que si sólo pides cerveza te miran con cara de no entender nada. Sólo nos ha faltado que alguien se pusiera a cantar para que la velada fuera de postal. De todas formas hoy ha sido un día más descansado que ayer y sin los apuros de buscar donde dormir a las 8 de la noche. Mañana continuamos hacia Limerick y Galway desde donde pretendemos visitar las islas Aran.


Por desgracia en el B&B se han quedado sin Internet por un problema de comunicaciones, lo que nos impide publicar a diario. De momento vamos escribiendo nuestras impresiones en Word y cuando tengamos oportunidad las publicaremos todas.

Los acantilados de Moher



2 de agosto de 2010
Tras dar cuenta de un nuevo desayuno irlandés –tenemos que cambiar de menú- hemos salido de buena mañana rumbo a Limerick. Como hoy lunes es festivo en Irlanda, no había casi nadie por la carretera, y la ciudad estaba prácticamente desierta. Hemos dejado el coche junto a una comisaría de policía –aquí se denomina “garda”- por si las moscas ya que llevábamos las maletas en el coche, y hemos estado callejeando un poco hasta la catedral, que estaba cerrada, aunque no nos ha importado ya que como la mayoría de las iglesias irlandesas no era muy atractiva. A continuación hemos llegado al Castillo del Rey John – Juan sin Tierra para nosotros – que en principio es muy atractivo por su aspecto de típico castillo de película. Hemos pagado 9 euros por cabeza y todo ha resultado ser una mezcla de pase de diapositivas, museo de cera y el castillo propiamente dicho que era lo más interesante, todo aderezado de una cierta dejadez en el mantenimiento y la limpieza. Esperábamos más por el precio pagado y la presentación del museo.





Hemos continuado hacia los Acantilados de Moher, con nuestras ya tradicionales equivocaciones por culpa de nuestros errores y de la mala colocación de los carteles indicadores de las carreteras. O bien brillan por su ausencia o hay tantos juntos que deberías de detener el coche y ponerte a leer detenidamente para saber cual es el camino que buscas. Hemos ido a parar a una playa en Labinch, en el extremo sur de los acantilados y que estaba llena de surfistas, más que olas. Una vez deshecho el camino hemos llegado al aparcamiento habilitado para los visitantes donde por el módico precio de 8 euros puedes aparcar el coche sin límite de tiempo y nos hemos dirigido a disfrutar del paisaje. Una vez te abstraes del hecho de estar rodeado de cientos de “guiris” como tu quedas impresionado por la grandiosidad que lo domina todo y te produce una sensación extraña de miedo y atracción. No creo que ninguna de las fotografías pueda dar fe de un paisaje tan extraordinario que ya justifica el viaje por si sólo.
Tras un ligero tentempié hemos continuado viaje hacia Galway por carreteras infernales atravesando la región de Burren, una zona inhóspita con poca vegetación y muchas rocas en la que ha debido ser muy duro vivir. La llegada a Galway nos ha sorprendido por el tamaño de la ciudad, que esperábamos más pequeña, y en la que tras dar unas cuantas vueltas algo desorientados –para variar- hemos recalado en un B&B que sin estar tan bien como el anterior no deja de ser muy cómodo y tranquilo.
Mañana, en función de la meteorología decidiremos si vamos a las islas Arán o a la región de Connemara situada un poco al noroeste de donde nos encontramos.

The Farm


Hoy ha sido un día muy largo. Después de una noche muy apacible en una cama muy cómoda, y de un desayuno irlandés en toda regla –huevo, salchichas, lomo, y una especie de morcilla blanca y negra, con su correspondiente café, zumo y pan tostado- hemos cogido la carretera con el ánimo predispuesto y esperando no equivocarnos en el camino. Hemos atravesado los montes Wilkock en medio de la niebla y relativamente deprisa nos hemos plantado en Kyllernie. Un pueblo de ambiente medieval, con un bonito castillo y una severa catedral, más imponente por su piedra gris, el cementerio que la rodea o la torre circular que por su calidad arquitectónica.
Después de la visita hemos puesto rumbo a Waterford y Cork, ciudades que hemos pasado de largo ya que intentábamos recuperar algo del tiempo perdido ayer. Como hoy llevábamos un buen ritmo ya que las carreteras eran mejores, que no buenas, y no nos hemos perdido, hemos continuado hasta Killarney, ciudad muy turística que sirve de puerta al anillo del Kerry, al de Beara y a un famoso parque nacional. Y aquí han empezado nuestros problemas ya que todos los sitios en que hemos preguntado estaban completos, algo inaudito. Más tarde nos hemos enterado de que se celebra un importante torneo de golf que según parece atrae a todos los irlandeses.
Como se hacía tarde y no encontrábamos donde dormir, hemos decido bajar hasta Konemara, pero después de treinta kilómetros de carretera infernal, lo único que hemos conseguido es que la dueña de un B&B nos indicara una granja donde tenían habitaciones. La hemos encontrado gracias a unos irlandeses que tenían el mismo problema que nosotros, con la diferencia de que al ver las habitaciones –rústicas no sería la palabra más adecuada- ellos se han marchado y nosotros nos hemos rendido. Esperamos pasar una noche decente y mañana será otro día. De todas formas la ubicación de la casa, en medio de la nada y con unas vistas a la bahía preciosas si que vale la pena. Mañana repetimos desayuno irlandés, a ver si también es “rustico”.
Continuará

En la carretera


Día intenso, largo y complicado. La mañana ha empezado tranquila y lluviosa, como todos los días en Irlanda. Después de dejar el hotel, hemos cogido el tranvía –LUAS para los lugareños- para ir a buscar el coche de alquiler.
 El proceso ha sido más largo de lo pensado, pero como hemos llegado con tiempo no nos ha retrasado mucho. El coche que nos llevará por toda la isla es un Opel Corsa negro que no estaba todo lo limpio que nos gustaría y con varios arañazos que constan en el reporting de la agencia.
Entonces ha comenzado la verdadera aventura,, conducir por la izquierda, con el volante a la derecha y el cambio de marchas en la mano izquierda, todo un poco lioso de entrada, sin embargo lo que ha resultado una aventura ha sido salir de Dublín, ya que nos ha costado más de una hora. 
Cuando creíamos que ya estábamos en el buen camino hemos comprobado que habíamos estado dando vueltas intentando encontrar la dichosa N11. Por fin con los nervios a flor de piel hemos llegado a la autopista de circunvalación de Dublín –M50- que nos ha llevado bastante bien hasta Powerscourt, una mansión impresionante con unos jardines mas impresionantes todavía que nos dan una idea de lo bien que vivían los nobles en una época en que la mayor parte del pueblo se moría de hambre. Hemos visitado también las cascadas homónimas y luego nos hemos vuelto a perder intentando encontrar el camino de Glendalough.
 A estas alturas del día y del viaje ya estábamos un poco cansados de las carreteras estrechas y con malas indicaciones de este país, pero como hemos venido a jugar, hemos encontrado el camino y hemos llegado a nuestro destino, un bonito valle entre montañas no muy altas pero bastante impresionantes que crean un paisaje muy hermoso salpicado por ruinas de antiguos monasterios e iglesias relacionados todos con Kevin un monje eremita que llegó a estas tierras allá por el año 500.
Necesitábamos buscar alojamiento y el primer B&B que hemos encontrado nos ha convencido y allí nos hemos quedado, con la promesa de la señora de que mañana tendremos un auténtico desayuno irlandés. Sólo hemos tenido que cruzar la carretera para poder cenar en un restaurante muy bonito y animado con unas camareras simpáticas y veloces que nos han ayudado a relajar nuestro espíritu y nuestro cuerpo, siempre con la inestimable ayuda de un buen par de pintas.
Ahora estamos en una habitación amplia y silenciosa donde repondremos fuerzas para el día que nos espera mañana. El primer objetivo es Kilkennie, según parece una de las ciudades más bonitas de Irlanda. A continuación ya veremos. Continuará.