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miércoles, 4 de agosto de 2010

En la carretera


Día intenso, largo y complicado. La mañana ha empezado tranquila y lluviosa, como todos los días en Irlanda. Después de dejar el hotel, hemos cogido el tranvía –LUAS para los lugareños- para ir a buscar el coche de alquiler.
 El proceso ha sido más largo de lo pensado, pero como hemos llegado con tiempo no nos ha retrasado mucho. El coche que nos llevará por toda la isla es un Opel Corsa negro que no estaba todo lo limpio que nos gustaría y con varios arañazos que constan en el reporting de la agencia.
Entonces ha comenzado la verdadera aventura,, conducir por la izquierda, con el volante a la derecha y el cambio de marchas en la mano izquierda, todo un poco lioso de entrada, sin embargo lo que ha resultado una aventura ha sido salir de Dublín, ya que nos ha costado más de una hora. 
Cuando creíamos que ya estábamos en el buen camino hemos comprobado que habíamos estado dando vueltas intentando encontrar la dichosa N11. Por fin con los nervios a flor de piel hemos llegado a la autopista de circunvalación de Dublín –M50- que nos ha llevado bastante bien hasta Powerscourt, una mansión impresionante con unos jardines mas impresionantes todavía que nos dan una idea de lo bien que vivían los nobles en una época en que la mayor parte del pueblo se moría de hambre. Hemos visitado también las cascadas homónimas y luego nos hemos vuelto a perder intentando encontrar el camino de Glendalough.
 A estas alturas del día y del viaje ya estábamos un poco cansados de las carreteras estrechas y con malas indicaciones de este país, pero como hemos venido a jugar, hemos encontrado el camino y hemos llegado a nuestro destino, un bonito valle entre montañas no muy altas pero bastante impresionantes que crean un paisaje muy hermoso salpicado por ruinas de antiguos monasterios e iglesias relacionados todos con Kevin un monje eremita que llegó a estas tierras allá por el año 500.
Necesitábamos buscar alojamiento y el primer B&B que hemos encontrado nos ha convencido y allí nos hemos quedado, con la promesa de la señora de que mañana tendremos un auténtico desayuno irlandés. Sólo hemos tenido que cruzar la carretera para poder cenar en un restaurante muy bonito y animado con unas camareras simpáticas y veloces que nos han ayudado a relajar nuestro espíritu y nuestro cuerpo, siempre con la inestimable ayuda de un buen par de pintas.
Ahora estamos en una habitación amplia y silenciosa donde repondremos fuerzas para el día que nos espera mañana. El primer objetivo es Kilkennie, según parece una de las ciudades más bonitas de Irlanda. A continuación ya veremos. Continuará.

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