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martes, 28 de agosto de 2012

Resumen final


Ha pasado una semana desde nuestro regreso de Islandia, y con los recuerdos aún frescos ya podemos hacer un resumen final, que intente condensar lo mejor y lo peor, lo imprescindible y lo pasable, lo que no vimos y nos hubiera gustado ver...
El vuelo de ida lo hicimos con Iceland Express, es una compañía "low cost" que, además de tener unos asientos muy incómodos que nos impidieron conciliar un sueñecito, no ofrecen ni un vaso de agua sin pagar. El vuelo de regreso fue con Icelandair, con los asientos un poquito mas cómodos y un pequeño refrigerio. Lo que nos hizo escoger dos compañías diferentes fueron los horarios de los vuelos. La ida fue de madrugada, saliendo de Barcelona a la una y llegando a Reykjavick a las cuatro y media, lo que nos dejaba todo el día para  comenzar a ver cosas. El regreso fue a las cinco menos veinte de la tarde, llegando a Barcelona a las once de la noche, lo que también nos permitía aprovechar toda la mañana. Lo peor del viaje fue la llegada a Barcelona con unos minutos de retraso y sobre todo la recogida del equipaje que tardó en aparecer una hora, algo totalmente inusual.
El coche de alquiler, aunque un poco "tocado" ha funcionado perfectamente. El único "pero" es que consumía bastante -el promedio fue de 8,8 litros por cien quilómetros- pero nos permitió afrontar todos los caminos con confianza, siempre sin meternos en pistas trialeras que dejamos para los especialistas, y que además aconsejan no afrontar nunca en solitario. La compañía que escogimos -sólo por precio- fue citycar.is a través de la página de nordicholidays.is, el precio es caro, como todo en esta isla, unos 100 euros diarios con seguro complementario y de grava.



Los hoteles en general son carísimos comparados con el standard español y sin grandes lujos pero muy funcionales y con todo lo imprescindible para un buen descanso. Los buffets del desayuno son aceptables, aunque para nuestro gusto fallan el café y el zumo de naranja. El personal en general muy amable sin atosigar. Hemos tirado sobre todo de la cadena Icelandair Hotels porque cumplían las premisas que nos planteamos: que estuvieran en la ruta marcada, que no nos obligaran a compartir el baño -algo muy habitual en muchos establecimientos- y que la información de otros usuarios en Internet fuera positiva. Y la verdad es que no nos han fallado. En el plano positivo también destacaríamos el Hotel Hofn en la ciudad del mismo nombre, y sobre todo el Lonkot Bucolic Resort en la zona de Skagafjordur donde se unieron tranquilidad, hospitalidad y muy buena gastronomía.



La comida la hemos resuelto con desayuno en el hotel, comida a mediodía a base del embutido envasado al vacío que trajimos de casa dentro de la maleta y el pan y la fruta que comprábamos en cualquier super de los que encontrábamos por el camino, especialmente en la cadena Bonus, que es la mas económica. Por la noche en general hemos cenado en el hotel que nos tocaba, ya que la oferta gastronómica era casi nula fuera de Reykjavik y Akureyri. 
La gasolina estaba a un precio similar al de España, aunque con la diferencia de que el gasóleo cuesta más que la gasolina de 95 octanos. En nuestro caso como nos dieron un coche de gasolina, esa diferencia nos benefició.
La meteorología fue muy clemente con nosotros, ya que solo nos llovió los tres primeros días, mientras recorríamos el sur, que es la zona más húmeda. Ya al norte de la isla, en la zona de Lonkot, nos acompañó la niebla durante un día, impidiéndonos disfrutar de las maravillosas vistas que prometía la guia de viajes.
En cuanto a la temperatura, las oscilaciones no son muy grandes entre las máximas y las mínimas, que generalmente estaban entre los 10 y los 15 grados, aunque algún mediodía llegamos puntualmente a alcanzar los 20 grados. Ibamos preparados para ello, ya que una de las intenciones era escapar del calor, y a fe que lo hemos conseguido. 
Si tuviéramos que crear una lista con los top ten, quizás nos costaría decidir el orden, pero seguro que figurarían:
-Las cascadas de Godaffoss, Gullfoss, Skogafoss...
-La laguna de Jokulsarlón con los icebergs llegando hasta la playa.
-Las playas negras de Vick
-Geysir
-Todos los glaciares, pero básicamente el Vatnajökull que es el padre de   
         todos los glaciares.
-El volcán Snaefellsjokull (el de Julio Verne)
-La zona volcánica de Krafla junto al lago Mivtan
-El bonito pueblo de Seydisfjordur en el fiordo homónimo.





En cuanto a la ruta que nos marcamos, la hemos cumplido casi escrupulosamente, recorriendo toda la ring road, excepto la zona oeste donde la abandonamos para adentrarnos en la península de Snaefellsnes. Al disponer solo de 12 días, hemos descartado toda la inhóspita zona central de la isla, a la que no podíamos acceder sólos ni siquiera con nuestro todoterreno, ya que estás obligado a hacer un treking o excursiones en supertodoterreno. Tampoco hemos caminado por un glaciar ni hemos subido en moto de nieve ya que físicamente no estábamos preparados.







Por último no hemos recorrido los fiordos del noroeste, ya que se desviaban mucho de la ruta y en principio no aportaban nada nuevo o especial al viaje. Todas estas cosas que nos hemos dejado en el tintero no nos apenan, ya que siempre son un aliciente para tener la excusa perfecta para volver algún día y volver a disfrutar de este maravilloso país.















sábado, 18 de agosto de 2012

Esto se acaba

Hoy ha sido un día duro, de callejear por Reykjavik, intentando encontrar algún recuerdo para la gente que queremos, que no sea demasiado feo, ni demasiado caro, ni demasiado obvio. Hemos hecho lo que hemos podido.
La ciudad no es muy bonita, más bien tirando a fea, y no hemos hecho muchas fotos. La catedral está en lo alto de una colina, y es una especie de engendro de hormigón en linea con todas las iglesias pretendidamente modernas repartidas por el país.




El teatro de la ópera "Harpa" es un edificio de cristal y piedra negra junto al mar, en una disposición parecida a la ópera de Oslo. Nos ha gustado más.
El centro "antiguo", y aquí cuando hablamos de antiguo estamos hablando de poco más de 100 años, deja bastante que desear, ya que se mezclan casas medio en ruinas con otras modernas, y algunas antiguas restauradas. Le vendría muy bien a esta ciudad inventar algo parecido a Barcelona con los Juegos Olimpicos para conseguir remodelar todo el entorno urbano.




Para ser justos hay que recordar que lo habitual era construir las casas de madera, con lo que dejaban las olas en la costa, y luego se recubrían de chapa, lo que hace los edificios muy poco resistentes, y aquí el clima es muy duro.
Después de tantos días, nos quedan anécdotas y curiosidades que nos han ido ocurriendo por el camino. Ya comentamos las ovejas siempre en grupos de tres. No hemos comentado el amor de los islandeses por los todo terrenos "extremos", y como ejemplo nada mejor que una fotografía.





Otro clásico son los puentes estrechos, que solo dejan pasar a un vehículo por sentido, y de los que hemos cruzado miles. Eso obliga a crear una señal de trafico específica.





Y que decir de las carreteras de tierra de las que hemos recorrido más de 200 quilómetros, y cuyo estado varía de pasable a malo de solemnidad.
Por último, las inclemencias de un tiempo tan cambiante, sol, lluvia, viento... a veces juega malas pasadas. En nuestro caso una ráfaga de viento arrancó nuestro mapa de carreteras del interior del coche y se lo llevó a tal velocidad que lo único que pudimos hacer fue mirar como cada vez se hacía más pequeño hasta desaparecer en el horizonte. Compramos otro.
Son cosas que quedan en la memoria, y que nos han hecho disfrutar mucho en este fantástico país, en el que hemos podido desconectar del ritmo de vida acelerado al que estamos condenados, aunque solo haya sido por doce maravillosos días.

viernes, 17 de agosto de 2012

Rumbo a Reykiavik

Amanece un día espléndido, y mientras desayunamos podemos contemplar a través de las grandes ventanas del restaurante del hotel las montañas que nos rodean y lo verde que es el entorno. Todo transmite paz y serenidad, estamos desconectados de la vida cotidiana, que es en definitivas cuentas para lo que sirven las vacaciones.
Nuestra primera visita es para el museo de Borgarnes, el denominado Centro de Asentamiento, que de una forma muy didáctica explica al visitante como se produjo la colonización de Islandia, básicamente por parte de vikingos noruegos que huían de su país por "diferencias" con su rey. Sin su dominio de la construcción de barcos y de la navegación de altura, nunca podrían haber conseguido algo tan difícil como atravesar el Atlántico. 
La segunda parte del museo se dedica a una de las Sagas islandesas, que es la historia novelada de los primeros colonizadores de la isla. La verdad es que eran muy valerosos, muy trabajadores, pero también muy agresivos y peligrosos.
Tras visita tan instructiva ponemos rumbo al parque de Pingvellir, famoso por ser el lugar que usaban los clanes de Islandia desde antes del año 1000 para reunirse y tomar decisiones que afectaban a la comunidad, como lo que sería un parlamento moderno. Pero el lugar también es interesante por que lo atraviesa la falla que separa las placas americana y la eurasiática, por lo que  se podría decir que estás a la vez en dos continentes diferentes.







Ya para acabar el día, nos dirigimos a la capital, Reykiavik, donde pasaremos las dos últimas noches antes de volver a casa. Esta ciudad tiene fama de moderna, de estar a la última en moda, en música, en artistas, y veremos si somos capaces de captar algo de ese espíritu. Además, y no menos importante, todavía no hemos ido de compras, y este parece el lugar ideal. Mañana nos espera un día muy movido.








jueves, 16 de agosto de 2012

Tras los pasos de Julio Verne

Ya estamos a 15 de Agosto, y se agotan los días de este viaje. Somos turistas, y actuamos como tales, pero nos encanta la idea del viajero, que se empapa de los sitios que visita, que dispone de tiempo, y que puede llegar a conectar con los habitantes de los lugares por los que pasa. No es nuestro caso, sobre todo por el problema del tiempo, pero caminamos siempre con los ojos muy abiertos, con la inocencia de un niño, y dispuestos a asombrarnos a la vuelta del siguiente recodo del camino. Y damos fe, de que Islandia ha satisfecho con creces todos nuestros anhelos.



Hoy "tocaba" visitar la península de Snaefellsnes, que se encuentra en el extremo suroeste de la isla -cuesta recordar que estamos en una isla!- y es famosa por su costa con  fiordos y acantilados, sus montañas siempre nevadas, sus pequeños pueblos pesqueros y sobre todo por el majestuoso volcán Snaefellsjökull, que uso Julio Verne para que los protagonistas de su novela penetraran hacia el centro de la tierra. Y la verdad es que siendo todo el paisaje hermoso, cuando te encuentras frente a frente con la montaña coronada por nieves eternas y su pico partido en dos, cuesta apartar la vista de su hermosura y fijarla en la carretera.




Por muchas fotos que hagan estos aficionados, nunca podremos traspasar a la pantalla la impresión que produce. Aún y así nos arriesgamos a colgar algunas.
Acabamos en Borgarnes la ruta de hoy. Mañana visitaremos un museo sobre la colonización de Islandia que según la "biblia" Lonely Planet es de lo más interesante. Ya daremos nuestra opinión. Luego marchamos hacia Reykiavik donde pasaremos dos noches antes de volver a casa.

Focas en el Atlántico Norte


El día ha amanecido igual que anocheció, o sea, con una niebla mas espesa que un puré de guisantes. Nos quedamos con las ganas de ver el paisaje de este fiordo, que según nos dice el encargado del hotel es fantástico. Pero por contra nos llevamos el recuerdo de la increíble cena de anoche en la que degustamos cosas como el frailecillo, la crema de arándanos, o el helado de violetas, y del generoso desayuno de esta mañana, con panecillos recién horneados, tortilla, o mermelada de ruibarbo.
Una vez dejamos atrás el fiordo, también abandonamos la niebla y el sol vuelve a calentar nuestros maltrechos cuerpos después de tantos quilómetros recorridos.


El trayecto para hoy es de unos 250 quilómetros y no hay cosas muy señaladas por el camino, salvo el paisaje, que no nos cansaremos de repetir es increíble, cambiante y siempre espectacular. Decidimos por tanto hacer unos cuantos quilómetros más y rodear la península de Vatnes para intentar ver alguna de las colonias de focas que viven por allí.



Y si, por fin las hemos visto, a cierta distancia, lo que hace imposible buenas fotografías, pero aquí son muy inflexibles con la protección de la naturaleza y la vida salvaje, y en la zona además de las focas hay miles de pájaros anidando. De todas formas siempre impresiona ver animales en libertad y en su hábitat natural en lugar de en un zoo o una serie documental.
Y como estábamos de naturalistas, hemos dedicado el día a fotografiar ovejas, caballos, una gallina y aves varias. Si alguna de las fotografías vale la pena la colgaremos.



Escribimos estas lineas en el hotel, pero como no tenemos Internet (es de pago, y vale una pasta) cuando podamos encontrar un wifi libre publicaremos este texto y las fotos.
Esta noche dormimos en Laugar, Ya estamos en la costa del oeste, y nos dirigimos hacia la península de Snaefellsnes, donde se encuentra el volcán Snaefell, famoso por ser protagonista en la novela de Julio Verne, "Viaje al centro de la tierra".

martes, 14 de agosto de 2012

Paisajes de postal


Hoy de nuevo ha amanecido un día soleado, incluso cálido, que nos hace comezar el día con optimismo después de la pequeña decepción de no haber visto ballenas.
Después de dejar el hotel paramos a la salida de Akureyri en un centro comercial!! donde cargamos el coche de gasolina y compramos víveres para la comida de mediodía.
Hoy la meta es relativamente cercana, por lo que vamos mas tranquilos de lo que ya vamos habitualmente. Aunque la velocidad máxima permitida en Islandia en la nacional 1 es de 90 quilometros por hora, nos pasan todos los coches habidos y por haber, que en realidad no pasan de una docena. La principal carretera de este país tiene menos trafico que cualquier comarcal del Vallés. Y eso que ahora hay muchos turistas, fuera de temporada debe costar cruzarse con otro vehiculo.



Vamos pasando de una valle a otro en el camino que nos lleva del fiordo de Eyjafjordur a Skagafjordur, en lo que podríamos denominar paisajes de postal (este lugar común todavía no lo habiamos utilizado).
Los pueblos que atravesamos no resultan interesantes, y sólo nos detenemos en Glaumbar donde tienen un museo con casas de turba y en Holar, donde hay una de las iglesias más antiguas de Islandia y un universidad.



A todo esto el paisaje ha desaparecido devorado por una insistente niebla que nos deja sin los amplios horizontes de unos quilometros atras, pero que imprime un aire melancólico a todo lo que pasa ante nuestros ojos.

Llegamos temprano a nuestro destino, Lonkot, que es una casa blanca perdida en medio de la nada, frente al mar, hoy de color gris, que un huesped anterior a nosotros calificó de horizonte liquido. El aspecto externo del edificio engaña, ya que el interior es muy acogedor y cálido, el señor que lo regenta es muy amable y además para nuestra suerte habla español, la cena promete ser de las de recordar, ya que el cocinero tiene muy buena fama en este país.

domingo, 12 de agosto de 2012

Las ballenas de Husavick

Hoy nos levantamos con la intención de desplazarnos hasta Husavick, la base ideal para navegar y avistar ballenas, ya que la bahia de Skjalfandi es lugar privilegiado donde descansan y crian varias especies de cetaceos.
El lugar, como casi todo en Islandia, es encantador, y el único esfuerzo que debemos hacer es escoger una de las dos compañías que se dedican a este negocio.Zarpamos a las doce del mediodía con un mar tranquilo y buen tiempo, pero al cabo de tres horas volvemos a puerto con la desilusión de no haber visto más que alguna aleta lejana, pero nada espectacular ni digno de fotografía.






Nos queda la experiencia de haber navegado muy cerca del circulo polar artico, en un barco tradicional de pesca restaurado para su nuevo uso, y como premio de consolación no invitan a un chocolate caliente y un bollo de canela, lo que no viene nada mal, ya que el frio es muy intenso.

Campos de lava, tierra de fuego

Hoy la ruta nos ha llevado de Egilstadir hasta Akureyri en la costa norte. Hemos atravesado las zonas mas desérticas que hemos visto hasta el momento, la vista se pierde en un horizonte de 360 grados sin un árbol ni una brizna de hierba. Se diría que hemos aterrizado en otro planeta.
Cuando llegamos a la zona del lago Mitvan, todo cambia de nuevo y paseamos  por una zona de fumarolas y piscinas de barro hirviendo. Estamos en el volcán Krafla, que ha tenido varias erupciones en el siglo XX de las que se pueden ver y pisar las coladas de lava de diferentes colores en función de la antigüedad.





Inciso en el viaje. Hemos decidido no hacer ostensible nuestra nacionalidad. Delante de extraños hablamos bajito para no ser reconocidos. La razón es que nos da un poco de vergüenza ser equiparados a tantos personajillos que van por el mundo con poca educación. Para muestra dos botones en un solo día. En el super de una gasolinera estamos haciendo cola ordenadamente y una señora intenta pasar por delante nuestro, con un "excuse me" recuperamos nuestro lugar, al oírla hablar con su pareja descubrimos que es española del norte. A los 5 minutos en una zona de picnic aparece un grupo dispuesto a ocupar una mesa, como trofeo de guerra exhiben el cesto que han robado en un super Bonus, de los mas conocidos en Islandia. Moraleja, no queremos que nos confundan con esa gente que llevan el mismo pasaporte que nosotros.











Tras rodear el lago de Mitvan descubrimos las impresionantes cataratas de Godafoss, y bajamos hasta Akureyri, que casi puede denominarse ciudad, ya que tiene tiendas, restaurantes, un centro cultural, puerto y un entorno espectacular con montañas nevadas que podemos ver desde la ventana de nuestra habitación, en el fondo resguardado del fiordo de Eyjafjordur.





Paseamos por la agradable ciudad en una tarde primaveral para acabar cenando unos riquisimos fish and chips.

Costeando por el Este

De nuevo amanece un día horrible, hay niebla y la visibilidad es tan mala que no se ven las montañas que rodean a Hofn. Esta ciudad es la capital islandesa del langostino, y como buenos viajeros probamos la comida de los sitios por donde pasamos aunque suponga un sacrificio. En este caso lo que ellos llaman langostinos resultan ser cigalas, eso si, buenísimas.
Después de unos días recorriendo esta maravilla de país, llaman la atención cosas curiosas que se repiten constantemente, por ejemplo, las ovejas pacen siempre en total libertad y siempre en grupos de tres. Es como una ley matemática de la que desconocemos la razón.
Volviendo al viaje, salimos de Hofn con cielo nuboso siguiendo la costa en dirección noreste, a los pocos quilómetros atravesamos un túnel, y al otro lado nos espera un sol radiante que ya nos acompañará todo el día con temperaturas de mas de 20 grados que nos obligan a desprendernos de chaqueta y polar.




La carretera bordea la costa como una cinta que a duras penas encuentra paso  entre las montañas que caen a pico y el mar, y ya damos por imposible poner adjetivos que siempre se quedan cortos.

Cuando llegamos a la zona de los fiordos dejamos la carretera nº1 para ahorrar un puñado de quilómetros, y eso supone hacer unos cincuenta quilómetros por una pista de tierra con desniveles de más del 10%, una nueva experiencia para nuestro álbum personal.




Llegamos pronto a Egilstadir, y después de dejar los trastos en el hotel nos da tiempo de acercarnos por una carretera de vértigo hasta el fiordo de Seydisfjordur a solo 25 quilómetros donde visitamos el pueblo del mismo nombre, que es famoso por ser el punto de arribada de los ferrys que vienen de Europa.





La verdad es que no existen, o no hemos visto pueblos con encanto, normalmente son una serie de casas mas o menos agrupadas, con una gasolinera, un super , un banco y una iglesia, pero no es el concepto de pueblo que tenemos por el sur. Este pueblecito, que no tendrá más de 200 habitantes se sale un poco  de la norma que hemos visto hasta ahora.

Ya sólo nos queda volver al hotel, tomar nuestra sopita de cada noche y un bacalao muy bien cocinado, y a dormir que mañana hay mucho trabajo.

viernes, 10 de agosto de 2012

Los glaciares nos dejan helados


Hoy ha sido uno de esos días que recordaremos el resto de nuestras vidas, pues sabemos que hemos disfrutado de algo muy especial y seguramente irrepetible.
El día ha amanecido con mucha lluvia y una visibilidad pésima, por lo que hemos pensado que pocos paisajes íbamos a disfrutar, y cualquier paseo se iba a convertir en una odisea húmeda (que no es la versión porno de la novelita de Homero).
El horizonte era una linea difusa, las montañas a duras penas se podían delimitar por su silueta, y la tierra tenía todos los matices del gris hasta el negro más puro. Nos encontramos, no hay que olvidarlo, en la zona que hace dos años quedó cubierta por las cenizas del famoso volcán de nombre impronunciable (los islandeses hacen hasta camisetas con el cachondeo de la impronunciabilidad del nombrecito), y en las zonas no cultivadas todavía se notan los rastros de las toneladas de cenizas que cayeron sobre la  tierra.




Y en medio de este panorama ciertamente desolador vemos aparecer de repente las mas increíbles masas de hielo que se puedan imaginar.





Y esto no ha hecho mas que empezar, porque a partir de ahora nos vamos a encontrar cada pocos quilómetros una nueva lengua del glaciar mas grande de Europa, el Vatnajokull.





La guinda la pondrá la laguna llena de icebergs que va a dar al mar, en una playa surrealista llena de grandes bloques de hielo en lugar de sombrillas y bañistas.















jueves, 9 de agosto de 2012

Segundo día: de cascadas y géisers

Ya nuestro segundo día en Islandia. Aunque seguimos sin dominar el islandés,  por lo menos ya controlamos el cambio automático, las gasolineras de autoservicio, el tiempo tan cambiante - tan pronto llueve como sale el sol, aunque siempre gana la lluvia- y salimos con ánimos para intentar cumplir nuestro planning y llegar al final de la etapa con tiempo para descansar y disfrutar. 
Nuestra  primera parada es la impresionante catarata de Gullfoss, un salto de agua doble como siempre en un paisaje que es muy difícil adjetivar. El hecho de que no exista una explotación comercial, como pasa por ejemplo en las cataratas del Niagara, las hace aún mas hermosas.




A continuación nos acercamos a la zona de Geysir, que dio nombre al fenómeno de los geisers. Pasamos un buen rato intentando conseguir la mejor fotografía -nunca diremos quien es el autor, también compartimos la gloria- y mañana la colgaremos en el blog.

Bajamos dirección sur hasta enlazar con la carretera nº1, la ring road que durante unos cuantos días será nuestra guía a través de Islandia.




El jurado acaba de decidir que esta es la foto ganadora en el concurso de geisers.




El resto del día ha sido de ver cascadas, a cada cual mas espectacular, aunque como decíamos antes, es dificil poner adjetivos a estas maravillas de la naturaleza. La primera Seljalandsfoss, y la segunda Skogafoss. Una te permite, a fuerza de empaparte, pasar por detras y encontrar algun tesoro escondido por algun protagonista de una saga islandesa, la segunda subir hasta el punto en el que el rio se precipita en el vacio.






 Después de tan húmedas experiencias hemos llegado al hotel en el que dormiremos esta noche, y que nos ha pèrmitido conectarnos para contaros nuestras peripecias. Nos ha quedado tiempo para acercarnos al las playas negras de Vick donde anidan muchas aves acuaticas, entre ellas los frailecillos, lundis para los islandeses. Nos hemos mojado bastante, pues no ha parado de llover practicamente en todo el día, y aunque hemos visto algún frailecillo no lo hemos podido fotografiar en condiciones.

Y eso es todo por hoy queridos seguidores. Mañana más y esperemos que mejor.

miércoles, 8 de agosto de 2012

Por fin en la isla

Después de 48 horas en Islandia, por fin podemos conectar con internet y comenzar de verdad la crónica del viaje. 
El vuelo resultó bastante pesado por la incomodidad de los asientos, que añadido a una molesta lumbalgia no nos permitió dormir todo lo deseado. Nos recibe el aeropuerto de Keflavik a las 5 de la mañana de un día nublado, que se nubla un poco más cuando el empleado de la compañía de alquiler de coches nos dice -cuando conseguimos entender su ingles gracias a unos compatriotas- que no está el que habíamos contratado, que nos dan otro de momento y que ya nos lo cambiarán en nuestro hotel. Al final salimos a las seis de la mañana con un Toyota 4x4 bastante hecho polvo y sin saber cuanto tiempo lo tendremos, además descubrimos con estupor que es automático, algo    totalmente nuevo para nosotros. Pero como tenemos por lema que estas tonterías no pueden amargarnos las vacaciones, salimos dispuestos a comernos Islandia a bocados, eso si, después de pasar por el único bar que encontramos abierto a esas horas para hacer un bocadillo.







Pasamos por pueblos de nombre impronunciables hasta llegar a una costa inhóspita pero a la vez muy hermosa. Vemos las primeras fumarolas que emiten un desagradable olor a huevos podridos, y acabamos en el plato fuerte  del día: la laguna azul, una increíble piscina de aguas salobres y muy calientes en medio de un paisaje lunar.
Se hace extraño salir al exterior en bañador con una temperatura de no mas de 14 grados y meterte en una piscina de la que sale vapor como si fueras a un cocedero. Pero la experiencia vale la pena, y cuando ya estamos super arrugados de tanto remojo y muy relajados ponemos fin a la agradable experiencia.
Volvemos a la carretera, rumbo norte hacia el hotel que nos dará cobijo esta noche, y llegamos tan reventados, a pesar de que son las 5 de la tarde, que damos por finalizado el día con una estupenda siesta que solo interrumpimos para dar cuenta de una estupenda cena en el mismo hotel. Y a dormir que mañana nos espera un día intenso.

miércoles, 1 de agosto de 2012

El mapa de la ruta


Este es el proyecto que esperamos cumplir. De todas formas siempre hay que dejar margen a la improvisación y cualquier problema que pueda surgir por el camino. 


Ver ISLANDIA en un mapa más grande