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lunes, 29 de agosto de 2016

Repúblicas Bálticas: Vilnius, Trakai, Kaunas

El día amanece triste porque Marta tiene que volar hacia Barcelona. El trabajo la reclama y contra eso nada se puede.
Como nos quedan un par de horas libres por la mañana repasamos los sitios que nos faltan por visitar para aprovechar esos minutos.

Como es domingo por la mañana las calles están muy tranquilas. Solo nos cruzamos con algún borracho que se retira tarde, algún grupo de turistas en manada y personas de edad mudadas de domingo. Algo que nos recuerda nuestra infancia, hace ya muchos años, cuando la gente normal y corriente se mudaba el domingo porque era el día que tocaba ducharse e ir a misa.


Aquí también se va mucho a misa. En alguna iglesia vemos incluso a gente siguiendo los oficios desde  la calle por estar el templo lleno.
Hoy también funciona el mercado, que no tiene nada que ver con los nuestros. Las paradas son minúsculas y tienen poco producto. Ademas hay un mercado paralelo a pie de calle donde sobre todo gente de edad avanzada menudean con frutas, verduras, setas, en pequeñas cantidades. Suponemos  que sus pensiones son tan pequeñas que deben completarlas,con lo que sea.


Acabamos el paseo y después del check-out nos dirigimos al aeropuerto de la ciudad donde nos despedimos de Marta. En tres horas habrá aterrizado en Barcelona.
Nosotros nos dirigimos al castillo de Trakai, quizás el más famoso del país, y muy fotogénico ya que se encuentra en una isla en el lago de Galvé.


Como es domingo, y el destino es muy apreciado por los habitantes de Vilnius, tanto el pueblo como el castillo están llenos de turistas y domingueros. De todas formas no tenemos problemas para dejar el coche, visitar el castillo y degustar en un restaurante los famosos "virtiniai", una especie de empanadillas que pueden rellenarse de carne de cerdo, de pollo, de espinacas y queso, o de todo lo que se le ocurra al cocinero. Están horneadas, son grandes y se sirven muy calientes. 


Con el espíritu reconfortado retomamos nuestro camino hasta Kaunas, donde dormiremos.
Aunque hemos puesto esta ciudad como final de etapa por comodidad y para no hacer demasiados quilómetros, como llegamos a primera hora de la tarde tenemos tiempo para recorrer el casco antiguo, pequeño pero con algunas joyas, como la calle Vilnius, en la que se concentran las terrazas y cafes, y aún con ellos no deja de ser una calle muy agradable. 




Por ello acabamos el día cenando en una terraza, con buena temperatura y buena cerveza artesana.

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