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jueves, 25 de agosto de 2016

Repúblicas bálticas: segundo día en Tallinn

Hoy nos hemos levantado con la tranquilidad de tener todo el día libre para visitar o no visitar lo que queramos. Nos sigue acompañando el buen tiempo, lo que aquí significa llegar a 20 grados a mediodía y que no llueva.
Tras el desayuno, que no nos dejará mucha impresión en la memoria, decidimos ir hacia el parque y palacio de Kadriorg, construido por el zar Pedro el Grande en una de las épocas en que Estonia formó parte del imperio ruso. Es un palacio relativamente pequeño, ya que estaba destinado al veraneo de la familia imperial.




En la parte alta de los jardines se encuentra el KUMU, el museo de arte de Estonia, en un edificio moderno que merece la pena.



Kadriorg dista unos dos kilómetros del casco viejo que hemos recorrido en un largo paseo. Eso nos ha permitido conocer la Plaza de la Libertad, el palacio de la Ópera y una parte de la ciudad moderna que  se aleja del estereotipo turístico y nos muestra la realidad menos atractiva.




De regreso nos hemos detenido en el barrio de Rotermanni, una zona de antiguas fábricas junto al puerto que se está transformando en un barrio nuevo con una heterodoxa mezcla de edificios restaurados y otros de nueva construcción.


Hemos aprovechado para comer en la zona, "disfrutando" una vez más de la lentitud en el servicio que no sabemos si es habitual o una casualidad que nos afecta sólo a nosotros. De todas formas, el nivel de los restaurantes en los que hemos comido es más que aceptable, con unos precios razonables. Lo único que suele disparar la factura son las bebidas, tanto el agua como la cerveza o el café son algo más caros que en Barcelona.
Tras la comida un rato de paseo por los rincones del viejo Tallinn que aún no habíamos visitado: la torre de Margarita la gorda, la calle Pikk con los edificios de numerosos Gremios de la Edad Media o la que aseguran es la farmacia más antigua de Europa en servicio y que data del 1422.


De paso aprovechamos para comprar algunos recuerdos, uno de los "trabajos" de vacaciones que menos nos gustan, ya que es muy difícil encontrar algo que cumpla con los requisitos de autenticidad, belleza, precio y tamaño. Al final siempre acabas comprando algo que en la tienda no parece tan feo o inútil como cuando llegas a casa.
Visitamos algún café más, seguimos intentado que nos pongan algo parecido a un cortado, aunque sea pagando entre dos euros y medio o tres.
Al final regresamos al hotel pensando ya en el día de mañana. Dejaremos Tallinn en el coche de alquiler que recogeremos mañana por la mañana y bajaremos hasta Cessis en Letonia. Unos cuatrocientos quilómetros.


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