Creemos volver un poco mas sabios de lo que salimos de casa, pero también más humildes, comprendiendo que entre etnias y culturas hay mas cosas que nos unen que las que nos separan. Y volvemos sabiendo que nos espera ese pequeño rincón del mundo al que denominamos nuestro "hogar" cuando tantos millones de seres humanos no disponen de el, porque somos unos privilegiados y cada vez más conscientes de nuestra buena suerte.
El caso es que como cada año, al llegar el final del viaje llegan los nervios por saber si hemos comprado suficientes recuerdos, pequeños regalos para obsequiar a los que queremos y que sepan que cuando estamos en la otra punta del mundo no los olvidamos.
El día no nos ha acompañado mucho, ya que hemos tenido chubascos intermitentes y es un poco molesto caminar con bolsas, paraguas, cámara de fotografiar y mochila, pero hemos podido dedicarnos a nuestra tarea prioritaria del día.
También hemos visitado la zona de Nihombashi, donde se encuentra el puente que le da nombre y que aunque ahora queda deslucido por la autopista que casi lo oculta tiene el honor de ser el kilómetro cero de las carreteras niponas.
Casi sin darnos cuenta el día se nos ha escapado y toca retirada para rehacer las maletas, controlar los trenes hacia el aeropuerto de Narita, y descansar, que mañana nos espera un día de 31 horas.
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