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viernes, 28 de agosto de 2015

Kyoto (28/8)

Hoy hemos decidido quedarnos en Kyoto ya que ayer entre la caminata y el calor acabamos muy cansados. Siempre preferimos no apurar al máximo pero a veces las circunstancias no te dejan ir al ritmo que querrías y eso se paga al día siguiente. No en vano hace tiempo que dejamos atrás los treinta años.
Por eso nos hemos levantado tranquilamente, hemos vuelto a disfrutar del mejor buffet de desayuno que recordamos - el pastelero del Kyoto Century Hotel es un artista- y hemos decidido visitar los jardines del palacio imperial. Para ello lo primero es sacar una tarjeta de un día para los autobuses de Kyoto. Se consigue en las taquillas de la estación de autobuses que hay en la salida norte de la estación central, por lo tanto al lado mismo de nuestro hotel. Teniendo en cuenta que un billete sencillo de autobús vale 230 yenes y el pase de un día 500 yenes, no hay duda de que sale a cuenta solo con tres viajes.


Nuestro primer destino ha sido el jardín del Palacio Imperial, que bajo un calor sofocante no nos ha parecido nada del otro mundo. Podemos hablar mejor de un gran parque con poca sombra que de un jardín propiamente dicho. Es cierto que no hemos podido entrar en el recinto del palacio y ahí quizás si que habían mejores jardines, pero hemos tenido una pequeña decepción.


De allí hemos marchado al templo de Daikotuji, al norte de la ciudad, que se supone que es un conjunto de unos 25 templos, algunos visitables, con bonitos jardines. Otra decepción, ya que al lado de todos los templos que ya conocemos no tenían ni el encanto ni la presencia para merecer una visita. Mal para la guía Lonely Planet que lo recomendaba.




Como ya era casi la hora de comer hemos cogido otro autobús que nos ha dejado en la zona comercial de Kawaramachi. Para no tener que dar muchas vueltas por la calle buscando donde comer  hemos ido a lo seguro subiendo a la planta de restaurantes de los grandes almacenes Tarashimaya donde hemos elegido una curiosa hamburguesa cocinada en papillote que nos ha encantado aunque desconocemos si es un plato con alguna tradición en Kyoto. 



Curiosamente todavía no hemos comido ni sushi ni niguiri en los días que llevamos en Japón a pesar de que nos encanta. Ya caerán.
La tarde la hemos dedicado a vagabundear por las innumerables tiendas y grandes almacenes de la zona hasta que nuestros pies han dicho basta y hemos vuelto al hotel en otro autobús.
Mañana amenaza lluvia y las temperaturas serán un poco más bajas pero nos arriesgaremos a ir al castillo de Hikone.

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