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jueves, 28 de agosto de 2014

Tsukiji y Kamakura

Hoy por fin al tercer intento hemos conseguido entrar en el famoso mercado del pescado de Tinsjuku. Es el mayor del mundo ya que mueve más de tres mil toneladas de pescado al día. También es un caos de movimiento, de personas trajinando cajas de pescado arriba y abajo,y de turistas incordiando intentando hacer la fotografía maravillosa de un pescado extraño.



Nosotros hemos cumplido como turistas, aunque intentando siempre no estorbar. Llama la atención la cantidad de especies de pescados y crustáceos que somos incapaces de reconocer. De todas formas el rey del mercado es el atún, que aún congelado cortan con grandes sierras eléctricas.


En las afueras del mercado hay otro mercado paralelo en el que, como en casi cualquier sitio de Tokyo, se puede encontrar casi de todo. Lo más llamativo son los pequeños puestos de comida en los que preparan un sushi estupendo, según las guías y los bloqueos, del que no hemos disfrutado por falta de tiempo y de apetito, ya que las colas en la calle eran larguísimas y no estamos acostumbrados a desayunar pescado crudo.


Tras el mercado hemos ido a la estación de Shimbashi para coger el tren rumbo a Kamakura, antigua capital del Japón con una gran cantidad de templos y santuarios, además del famoso Buda gigante de casi doce metros de altura.
Como el trayecto que habíamos impreso de Hyperdia ya no nos servía hemos tenido que improvisar y esta vez nos ha salido muy bien. Hemos cogido la línea adecuada y hemos realizado el transbordo en Afuro sin contratiempos.
Hemos dejado el tren en la estación de Kita-Kamakura y hemos visitado el primer monasterio, Engaku-ji, cuya entrada se encuentra a escasos cincuenta metros.


Como el día esta nublado y de vez en cuando caen algunas gotas la visita es muy tranquila, casi sin turistas, y nosotros somos los únicos occidentales. 
Tras la visita decidimos ir a ver el Buda gigante haciendo una pequeña excursión por un camino de montaña. Lo que pensábamos que sería un paseo, se convierte en una caminata bastante exigente por el barro acumulado en el camino, las subidas y bajadas y el pesado chirimiri. 


Cuando por fin llegamos, el entorno nos decepciona un poco, o sea que vemos el famoso Buda, sacamos las fotos de rigor y buscamos un sitio para comer, ya que con las prisas no hemos comprado nada para comer en plan pic-nic. Paramos en en pequeño local que nos ofrece un menú por mil yenes. Como siempre, salimos satisfechos, aunque no es el mejor sitio en el que hemos comido.
Bajamos hasta la estación de Hase donde tomamos el tren de que nos lleva en un corto trayecto hasta Kamakura. Esta es una ciudad tranquila a la hora que llegamos, pasadas las cuatro de la tarde, aunque por la cantidad de comercios que tiene, sobre todo pastelerías, debe sufrir una gran afluencia de visitantes. El templo de Tsurugaoka Hachiman-gu es el más importante de la región y se llega por una avenida larga y recta que se prolonga hasta el mar, lo que le da una gran presencia.


Tras la visita de rigor volvemos a la estación de Kamakura para volver a Tokyo, pues ya pasa de las seis de la tarde, las tiendas van cerrando y se hace de noche, aparte del cansancio de caminar todo el día sin parar.
Tras un pequeño error a la hora de coger el tren, conseguimos volver sentados en un tren sin transbordos, por lo que estamos en nuestro destino antes de las ocho de la noche. En el hotel decidiremos el programa para mañana, ya que nuestras piernas empiezan a estar doloridas.

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