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viernes, 9 de septiembre de 2016

Resumen final Repúblicas Bálticas

Para terminar el relato de nuestro pequeño viaje por el Báltico dejamos una serie de datos prácticos en cuanto al transporte y alojamiento, así como algún restaurante que creemos vale la pena recomendar.
Volamos de Barcelona a Helsinki con Norwegian. En principio no teníamos previsto pasar por la capital  de Finlandia, pero era más barato que ir a Tallin directamente, y como no conocíamos la ciudad hemos hecho de la necesidad virtud, cambiando un poco la ruta.
Helsinki es la ciudad más cara de las que hemos visitado. Nos alojamos dos noches en el Original Sokos Hotel, que sin ser un gran hotel, cumplía con nuestras necesidades y estaba muy bien situado en el centro de la ciudad a trescientos metros de la estación central. Como punto negativo la moqueta de los pasillos desprendía un olor a humedad bastante desagradable, por suerte la habitación tenía suelo de parques.
Para movernos utilizamos el tren que une el aeropuerto con la estación central, inaugurado el año 2015. Al día siguiente usamos una tarjeta de 24 horas que permite usar todo el transporte público, incluido el transbordador de la isla de Suomenlinna. La utilizamos con las líneas 3 y 4 del tranvía para dar una vuelta completa al centro de la ciudad. También nos sirvió para el tranvía que nos acercó a la mañana siguiente hasta la terminal de Viking Line.
Él Ferry de Tallin lo contratamos a través de la página Directferrys.com. En la terminal solo tuvimos que introducir el número de reserva en los kioskos de autoservicio y nos imprimió todos los billetes.
Ya en Tallin, un taxi nos llevó hasta el hotel L'Ermitage por unos seis euros. El hotel cumplió las expectativas y cubrió perfectamente nuestras necesidades. Una habitación no muy grande y un desayuno standar tipo buffet. Y justo al lado del casco antiguo.
En esta ciudad recogimos el coche de alquiler que habíamos contratado desde casa con Europcar. Escogimos la empresa porque nos inspiraba confianza y por la posibilidad de recoger el coche en el centro urbano de Tallin y devolverlo en el centro de Riga. Las oferta de automóviles aumenta si se recoge y devuelve en el aeropuerto, pero en nuestro caso esa posibilidad no nos satisfacía.
Esta vez hemos usado un Skoda Rapid al que añadimos navegador (muy necesario) y seguro a todo riesgo (para sufrir un poco menos). Tanto el coche como la recogida y la entrega sin problemas y muy ágil.
Nuestra siguiente parada fue en el Parque Nacional del Valle del Gauja, en el Karlamuiza Country Hotel, una de las mejores sorpresas del viaje, ya que nuestra habitación resultó ser una cabaña de madera en medio de la naturaleza, con cocina, comedor, baño y dos habitaciones. En este caso el buffet no era muy abundante en surtido pero si muy rico y con la posibilidad de disfrutarlo en el edificio principal o en nuestra cabaña.


En Vilnius recalamos en el New Town Hotel, muy cerca del centro histórico, y que de entrada nos dejó un poco perplejos, ya que estaba en una calle sin salida y en un edificio cuyo aspecto estaba más cerca de viejo que de antiguo. Nuestras dudas de si habríamos escogido bien se desvanecieron cuando entramos en la habitación, prácticamente un loft de estilo neoyorkino, espectacular. El desayuno fue un poco raro, ya que el hotel no disponia de comedor, se nos sirvió en una especie de bar de copas fuera de servicio. Aparte de la peculiaridad del lugar, fue un desayuno razonablemente bueno.


El siguiente hotel, en Kaunas, fue el Hof  Hotel, y en este caso lo difícil fue encontrarlo a pesar de llevar un navegador. Como siempre introdujimos los datos de latitud y longitud para que nos indicará el camino, pero cuando nos dijo que el destino estaba a nuestra derecha, fuimos incapaces de ver dónde se encontraba el hotel. Después de un buen rato de dar vueltas y caminar calle arriba, calle abajo, por fin descubrimos un pequeño cartel que nos indicaba que el parking del hotel se encontraba dentro de una isla de casas. Y efectivamente, rompiendo los esquemas arquitectónicos y de urbanismo a que estamos acostumbrados, el hotel se encontraba edificado dentro de la manzana. Por suerte el edificio era nuevo y la señorita de recepción amable (en parámetros bálticos). Pudimos aparcar el coche y disfrutar de una habitacion con una decoración peculiar pero limpia y cómoda. El desayuno no dejó en nosotros un recuerdo especial, o sea que fue normalito.
De Kaunas nos desplazamos a Klaipēda al hotel  Amberton Klaipēda. Como llegamos antes de las dos de la tarde no nos dieron habitación (poco detalle estando ya en temporada baja) y nos tuvimos que conformar con dejar el coche con el equipaje en el parking del hotel (5€ al día). Luego, quizás para compensar nos dieron una habitación superior a la que teníamos contratada, con dormitorio, sala de estar y baño, pequeña pero más que suficiente para nuestras necesidades.
Él Amberton es un hotel grande, distribuido en dos edificios, al que llegan muchos autocares de alemanes. En plena temporada debe ser un poco agobiante. Además para desayunar hay que desplazarse del edificio más antiguo al nuevo lo que obliga a toda una excursión. Por estas razones unidas a una limpieza deficiente y un desayuno flojito le hemos otorgado al hotel Amberton el Óscar al peor hotel de nuestras vacaciones 2016. Ya le mandaremos el premio vía Trip Advisor.
Nuestro último alojamiento fue el Wellton Riga Hotel&Spa, un hotel muy nuevo en el casco antiguo de la ciudad cuyo único problema, por decir algo, es precisamente estar en el centro, lo que complica el acceso en coche. Para el resto solo buenas notas, tanto en la recepción, como la habitación (pequeña pero cómoda y completa), por no hablar de la limpieza o el desayuno, sin duda el mejor del viaje. Un hotel a recomendar ya que a su situación céntrica se une que está a menos de cien metros de la parada del bus del aeropuerto.
El viaje de vuelta Riga-Barcelona lo realizamos en Wizz-air, compañía low cost, que cumple como tal. La tarjeta de embarque la gestionamos por su app sin problemas y tanto el embarque como el vuelo transcurrieron sin incidentes.


En cuanto a los restaurantes, solo comentaremos alguno en el que disfrutamos especialmente. 
En Tallin cenamos en Emmeline&Otto, que se define como restaurante de nueva cocina estonia. Platos muy bien presentados, bien confeccionados y un pan fantástico recién horneado.
En Vilnus nuestro recuerdo se va a la avenida Vokieciu donde disfrutamos de unas fantásticas cervezas en una terraza por solo 0.99€ el vasito de medio litro.
Klaipēda fue el lugar en que probamos los famosos "zepelin", una especie de patata rellena de carne que no nos emocionó especialmente, ya que la textura resulta un poco rara de entrada. 


Fue en Friedricho Smukle, un curioso restaurante lituano situado en un pasaje encantador donde puede escogerse entre varios restaurantes con el mismo nombre pero diferente temática gastronómica. También probamos la famosa sopa fria de remolacha, de un color rosa espectacular, y muy sabrosa.
Trakai nos sorprendió con su castillo, con la cantidad de gente que había por ser domingo, y con el restaurante Kybynlar en el que desgustamos las famosas empanadillas denominadas "kibinai" que pueden ir rellenas de pollo, ternera o verduras. Totalmente recomendable.
Por último, en Riga nos quedamos con el restaurante Kolonade en el parque del canal junto al monumento de la libertad. Buen servicio, decoración elegante, y comida estupenda.



Sería imperdonable olvidarnos del restaurante del hotel Wellton, el Allumette, donde a un precio muy asequible (4 euros por plato) comimos unos platos sabrosos y bien presentados. Y en soledad, porque coincidimos con muy pocos clientes.


Como siempre los hoteles los hemos contratado a través de Booking.com, y nuestra guia de cabecera ha sido la Lonely Planet de Estonia, Letonia y Lituania, en la edición de 2012. El cambio más significativo que ha ocurrido desde su publicación es la entrada en el euro de Letonia y Lituania, lo que desvirtuaba los precios de la guía, ya que han subido considerablemente desde la fecha de edición.

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